miércoles, 24 de marzo de 2010

"Un destello nos unió otra vez"


Baje de la combi con una solo dirección: Metro. Estaba emocionado no la había visto en casi un año y dos meses. Sentado en una de las tantas mesas del buffet de Metro la esperaba.
Y derrepente, entro en él una señorita de un resplandor inigualable, quizás fue porque el sol brillaba intensamente y sus pulseras de metal lo reflejaban, pero era impresionante. Me quede asombrado, no me acordaba mucho de ella pues solo nos vimos una vez.
Era la clausura de mi verano deportivo en el Sinchi Roca. Estaba cansado y un poco frustado pues había perdido mi competencia de natación olímpica. Me puse a observar la actuación de los otros programas y, cosas del destino, el brillo del sol reflejado en el agua hizo que observara a una chica que estaba bailando en la coreografía. Era una chica de tez blanca, de mediano tamaño, cabello liso y de color marrón. Era una excelente bailarina. Quedé impresionado al instante. Tenía que hablarle, mas no encontraba la oportunidad. La seguía con la mirada procurando no perderla ni un momento. Lamentablemente por culpa de una llamada de mi tía la perdí de vista. Estaba más decepcionado aún. Fui a recoger un certificado en la secretaría del local y, coincidencia del destino y suerte mía, ella estaba detrás mío para el mismo propósito. Era la oportunidad que tanto había anhelado.
- Hola, sabes bailas muy bien.
- ¡Gracias!.
Voltee y hablé con la secretaria. Me dio el certificado. Me volví hacia la chica y ella pronunció:
- Disculpa ¿Como te llamas?.
- Christian. y ¿Cuál es el tuyo?
- Me llamo Karla.
- Bonito nombre. ¿Y para que programa entraste tu?
- Vacaciones Útiles. ¿Y tú?
- Yo para natación.
Y fue así que empezó nuestra relación de amigos. Estuvimos conversando alrededor de quince minutos. Lamentablemente ya era tarde y tenía que llegar a casa a almorzar. No quería irme tan rápido.
Le pedí su correo, me lo dió y fue el fin de nuestro primer encuentro.
Ya en casa, la agregué y la encontré conectada. Estuvimos chateando cerca de una hora. Desde ese día no dejábamos de chatear siempre que podíamos.
Después de terminar el colegio tenía la importante labor de ingresar a la universidad. Para eso tenía que dejar el vicio de la computadora por un aproximado de dos meses. Para mí fue un poco frustrante pues dejaría de hablar con personas tan maravillosas como ella.
Mi despedida fue larga, no chatearía con ella durante ese tiempo. Le conté cuál era mi propósito y me entendió. A pesar de que solo nos habíamos visto aquella vez, nuestra amistad creció gracias al chat. Fue triste la despedida pero era necesario.
No podía creerlo, no sabía si era ella. Luego recordé el destello de aquella primera vez que la ví. Era coincidencia; seguía sin creerlo. Se me acercó y nuestras miradas se cruzaron. Era ella, no había duda.
-¡Hola!. ¡Qué alegría volver a verte!
-¡Amigo! ¿Qué tal?¿Cómo estás?
-Bien, te ves hermosa.
-¡Hay tu cuando no!.Gracias. (risas)
-Bueno, ¿Vamos a pasear?
-Vamos señorita.
Fuimos a pasear por Metro. Dimos vueltas por todos los rincones de éste y estuvimos conversando de las muchísimas cosas que habían pasado desde aquella vez.
Fuimos por los juegos y solo uno estaba encendido. Era el Skydiver. Una rueda gigantesca con sillas en el borde lo caracterizaban.
Hacía casi nueve años que no me subía en un juego mecánico pero esta vez quería romper el miedo. Le ofrecí subir y aceptó. El juego empezó subiendo lento y empecé a sentir la sensación de vértigo. Me miró y entonces, de manera casi mágica, el miedo desapareció. Pero venía la bajada y el miedo se apoderó de nosotros. Nosotros pensamos que sería lento pero la verdad era muy veloz. Algo anecdótico fue que se olvido cerrar su bolso y sus cosas empezaron a caer y a rodar por toda la cabina. Su celular estaba apunto de caerse y tuve que soltarme de la barra de acero para lograr alcanzarlo. Luego me callo su monedero y lo cogí con la otra mano. Literalmente mi cuerpo estaba suelto en el aire y el vértigo aumento. Es una sensación indescriptible.
Creo que fueron alrededor de tres o cuatro minutos de emociones distintas. Miedo, Alegría y Vértigo fueron algunas de ellas. Al salir del juego nos empezamos a reír y a recoger todas las cosas que aún rodaban por el suelo.
La estaba pasando excelente junto a ella, hubiera querido que la noche no cayera tan rápido sobre este horizonte pero, dentro de mí sabía que no sería posible.
Se hizo de noche y la acompañe a tomar su carro. Era la hora punta y todos venían llenos y aún seguiamos conversando de nuestras anécdotas. Se nos acercaban vendedores de rosas y globos a cada momento. Pensaban que éramos enamorados. Nosotros solo nos reíamos. Y, luego de una paciente espera, se asomó por la avenida una cúster casi vacía y nos despedimos. Le agradecí por aquella tarde tan maravillosa. Subió al carro y nos quedamos mirando hasta que partió.
Fue una de las tardes mas emocionantes y hermosas que había vivido y, lo mejor de todo, es que nosotros solo somos buenos amigos. [...]

2 comentarios:

MILTON ANTONIO LÓPEZ TARABOCHIA dijo...

Que buena narracion amigo, se nota que estudiaste en pamer con el profesor Manuel, seras el unico buen narrador geografo de tu facultad jeje, interesante historia, lo que me llama la atencion es el final ... da a entender muchas cosas... por eso me agrada tu cuento es muy misterioso.

Chrismike dijo...

Un cuento Esotérico y latente. Y la verdad el final da inicio a múltiples historias que luego vendrán con el devenir del tiempo. =D .. y la verdad... Esto es solo el comienzo.